Venezuela es un país donde todas las clases sociales dependen esencialmente de la renta petrolera producida con los pocos obreros de PDVSA. Es decir, somos un país rentista en donde nuestra principal riqueza proviene del petróleo y no del trabajo. Este rasgo determina las características de la singular y feroz lucha de clases que se libra en nuestro país y que cada día, con mayor celeridad, se aproxima a un desenlace. Por eso el ataque del imperialismo norteamericano, principal enemigo del pueblo venezolano, en estrecha alianza con la oligarquía criolla, se centra en nuestra primera industria, en nuestra fuente de riqueza; requieren el petróleo venezolano para saciar su voracidad consumista y de dominación imperial; sueñan con el retorno de las corporaciones transnacionales, añoran la meritocracia y arremeten de manera rabiosa contra la política energética nacional, popular y revolucionaria del Comandante Chávez
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